Puntos de vista
Desde el blog «Los hijos bastardos de Henry Chinaski», Eduardo Izquierdo hace una reflexión sobre el nuevo álbum LONG WAVE de JEFF LYNNE que considero de obligada lectura, y, aunque haya quienes puedan tener criterios diferentes a los expuestos por Eduardo, seguro que coinciden en alguno de ellos.

EL REENCUENTRO DE JEFF LYNNE
En este caso estoy libre de sospecha. La manía que le tengo a Jeff Lynne es inversamente proporcional a la admiración que me ha causado su último disco en solitario. Soy de los que opinan que Lynne era la pieza que sobraba a los Traveling Wilburys para ser perfectos, que su producción se cargó el Into The Great Wide Open de Tom Petty o que la ELO es probablemente la banda más sobrevalorada de la historia del rock. Y este mes de octubre había Lynne por partida doble. Por un lado un recopilatorio de la ELO del que paso directamente, y por otro Long Wave, álbum en el que el gafotas barbudo versiona sus temas favoritos. Maldita sea, lo escucho y me gusta. Me gusta mucho. Hasta la producción me parece adecuada. Lynne, sin que sirva de precedente, no se empeña en llenar los temas de arreglos inacabables consiguiendo un efecto de sencillez inédito en su discografía. 22 años después de la publicación de su último disco en solitario, estas revisiones de temas de Chuck Berry, Charles Aznavour, Charlie Chaplin, Don Covay o Roy Orbison se sitúan por derecho propio entre las grandes sorpresas del año, por lo menos en lo que a mí respecta. Y aunque no hay que pasarse (algunos sitúan el disco a la altura de las American Recordings de Cash ¡buff!) la verdad es que en este plástico hay muchos quilates. Sorprende que muchos de los temas elegidos sean anteriores a 1950 y que, a pesar de la personalidad de sus intérpretes originales y de lo heterogéneo de la elección, Lynne consiga dotar de coherencia al lote. Me quito el sombrero, qué remedio.
Eduardo Izquierdo (aka Edu Chinaski) 17 octubre 2012