Jeff Lynne: «No hacíamos pop descerebrado. Era pop inteligente»
Hace más de dos años, Dorian Lynskey realizó a JEFF LYNNE una entrevista para Billboard que hoy traemos a nuestra web, porque la consideramos interesante para cualquier fan de ELO/JEFF.

Electric Light Orchestra saldó una deuda pendiente: finalmente ingresó al Salón de la Fama del Rock & Roll, junto con Pearl Jam, Journey, Joan Báez, Tupac Shakur y Yes. Con esa excusa, compartimos esta entrevista a Jeff Lynne, que repasó algunos momentos claves de su carrera.
No existe leyenda del pop más serena y frontal que Jeff Lynne. Sentado en la biblioteca de un venerable hotel londinense, con su agradable acento de Birmingham, Inglaterra, intacto a pesar de vivir hace 20 años en Beverly Hills (luego de dos matrimonios, está saliendo actualmente con Camelia Kath, la exesposa del actor Kiefer Sutherland), todavía guarda el look de un extraordinariamente próspero plomo de los años 80: pelo desgarbado, barba y anteojos de sol.
La normalidad genial de Lynne, de 69 años, significa que nunca fue una estrella del pop exactamente, aun cuando Electric Light Orchestra (ELO) –la banda que formó como único compositor y productor en 1970– estaba en la gloria con su cuarteto de cuerdas. ELO impuso 18 singles en el Top 40 del Billboard Hot 100. Entre 1972 y 1986, llenó estadios y dominó un estilo de pop anhelante, opulento y retro futurista, cuyos fans incluyen a Daft Punk, The Flaming Lips, el director David O. Russell y Ed Sheeran, con quien Lynne hizo un dueto en los Grammy 2015.
Cuando Lynne disolvió ELO en 1986, felizmente se mudó a la silla de cocompositor/productor para gente como Tom Petty, Roy Orbison y los tres Beatles restantes, convirtiéndose también en el miembro más modesto del supergrupo babyboomer The Travelling Wilburys, compartiendo cartel con Petty, Orbison, Bob Dylan y George Harrison.
En 2015, regresó como Jeff Lynne’s ELO con el lanzamiento de su primer álbum en 14 años, Alone in the Universe– como la más reciente sorpresa agradable en una carrera llena de ese tipo de cosas. “Obviamente todo el mundo está saliendo a hacerlo si puede –sostiene–, y yo tuve la suerte de hacerlo bien”.
¿Cómo definirías sintéticamente a ELO?
– Una banda normal con dos chelos y un violín. Las cuerdas generalmente acoplaban porque no había micrófonos en esos días. Solían correr por todo el escenario como locos, tocándolos en pleno vuelo, así que la afinación era un espanto, pero era un buen espectáculo. Daban vueltas por ahí con esos pinches gigantescos al final del escenario, es una sorpresa que nadie haya terminado atravesado.
ELO está de moda otra vez ahora, pero ¿cuándo fue que estuvieron lo más lejos de eso?
– Diez o quince años atrás. Queríamos hacer un par de shows, pero no había interés. Todo eso cambió en los últimos seis años. Creo que un montón de personas se dieron cuenta de que lo que estaba haciendo no era pop descerebrado. Era pop inteligente.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías escribir un hit?
– Supongo que habrá sido con 10538 Overture [en 1972]. Estaba complacido con eso. Recuerdo haber pensado “Wow, realmente puedo escribir un tema”, porque no me creía capaz. Los discos de mi vieja banda, The Idle Race, no habían logrado mucho, excepto con los pocos fans más leales. Después, creo que Evil Woman [en 1975] fue “el” tema. Lo escribí tan rápido. Ahí fue cuando entendí de una vez cómo es la producción y la composición.
Cuando ELO estuvo en su punto más álgido a fines de los 70, ¿te preocupó que no tuvieras la personalidad para ser una estrella pop propiamente dicha?
– Probablemente. Porque no lo era y porque no pretendía serlo. No me considero estrella, sino cantautor, vocalista, productor y guitarrista. Puedo cantar bien, y también escribir temas.
Se sabe que odiabas tocar en vivo. ¿Era por el show o por todo lo demás que venía con eso?
– Sonaba para la mierda, ese era el problema. Los equipos de todos en ese entonces eran basura. Soy un productor, así que me puedo poner exquisito. No era malo… lo hago sonar como si hubiera sido espantoso. Simplemente no era lo que yo quería hacer.
¿Qué pasó con la nave espacial gigante que usaron en la gira de 1978?
– Creo que fue desarmada al final de la gira. Habría costado cientos de miles mantener la maldita cosa. Era un monstruo enorme. Era un poco un dolor de cabeza, realmente, porque tomaba dos días llevarlo de un lugar a otro, con lo que tendrías que hacer el show siguiente sin ella, y por supuesto la gente diría “¿Dónde está el platillo volador?”. Me imagino que estarían un poco desilusionados.
¿Alguna vez anduvo mal?
– Sí, cada tanto. Estábamos todos sobre plataformas hidráulicas y aparecíamos a través del escenario, pero alguna que otra vez se atascaba y lo único que podían ver era tu cabeza. “¡Sáquenme de aquí!”. Realmente vergonzoso.
Q Magazine nombró Livin’ Thing como su mayor “placer culposo”. ¿Te molesta ese concepto?
– Sí, porque en realidad es un tema muy inteligente. Pasa por dos relativas menores de un saque. No ves muchas así. Me gustaba el pop. No me gustaban las idas y vueltas pretenciosas de las canciones de 20 minutos de principios de los 80. Quería hacer temas lindos y concisos de tres minutos que tuvieran un buen sonido. El pop es para mí una de las formas más fuertes de la música, porque es tan difícil escribir una melodía que siga vigente luego de 40 años.
En Discovery, de 1979, abrazaron con éxito la música disco. ¿Alguna vez fuiste a los boliches?
– Sí, fui una vez a Studio 54 [célebre disco de Nueva York]. Estaba bien, supongo. Estaba lleno de estrellas de cine y ese tipo de gente. Me gustó el cuatro por cuatro, básicamente. El bombo haciendo bang, bang, bang, bang.
¿Qué canción fue la que te dio más dinero?
– Probablemente Mr. Blue Sky. Ha estado en un montón de películas, y pagan fortunas. Cuando la escribí [en un chalet suizo] había habido mucho niebla, y estaba arriba en la montaña. No había podido ver nada por una semana ni armar ningún tema. Después salió el sol, y escribí Mr. Blue Sky como un chiste. Resultó ser una muy linda canción.
Cuando disolviste ELO en 1986, ¿la idea era moverse hacia la producción?
– No tenía nada planeado particularmente, pero George Harrison me contactó y me pidió que produjera su álbum Cloud Nine. Tom Petty se enteró y me frenó en la calle en Los Ángeles y me dijo: “Ey, Jeff. ¿Te gustaría que escribamos canciones juntos?”. Descubrí que podía ser un gran colaborador. No era como lo imaginaba. Y por supuesto Full Moon Fever fue un gran, gran éxito. Sigue siendo el álbum favorito que hice.
¿Cuál de los miembros de The Travelling Wilburys contaba los mejores chistes?
– Roy Orbison. Tenía la risa más maravillosa que escuché. Era aguda, así que era como una risita. Podía hacer un sketch de Monty Python él solo, todas las partes, y después se caía riéndose de sí mismo.
Cuando te pidieron que produjeras el “nuevo” single de los Beatles Free as a Bird en 1995, ¿tuviste que callar al fan interno y dejar que el profesional se haga cargo?
– Siempre voy a ser el fan. Nos pasamos todo el primer día recordando, solo George, Paul [McCartney], Ringo [Starr] y yo, sentados alrededor de una mesa riéndonos, contando historias de los viejos tiempos. Las cuales no puedo contar, por supuesto. Algunas eran groseras. El solo hecho de estar ahí fue suficiente. Lo otro daba un poco de miedo. Hacer un disco de un cassette con la voz y el piano de John [Lennon] pegados juntos en mono. Lo hice a las dos o tres de la mañana porque no quería arruinarlo y que ellos estuvieran diciendo “Ja, ja, ¡no podés!”. Al día siguiente Paul vino corriendo y me dijo “¡Lo lograste! ¡Bien hecho!”, y me dio un gran abrazo. Fue lo mejor que podría haber pasado.
¿Es cierto que en 1968 fuiste testigo de la grabación del White Album de los Beatles?
– Sí, eso fue de lo más raro. Vi a Paul y a Ringo en el Estudio Uno haciendo Why Don’t We Do It In The Road. Y de ahí me fui al Estudio Dos y podía escuchar este tema que sonaba increíble. Era Glass Onion. Entramos, éramos el baterista de The Idle Race y yo. John y George nos saludaron. Y del otro lado de la ventana estaba George Martin, saltando de aquí para allá conduciendo las cuerdas. No pude dormir por semanas después de eso.
¿Tu madre nunca te dijo que es de mala educación usar anteojos de sol en interiores?
– No, lo que dijo fue “Parecías un desastre en la televisión”, y entonces inmediatamente me puse los anteojos porque no quería ser eso. Había estado toda la noche tomando, supongo. Siempre hablaba de las bolsas de mis ojos. Por eso siempre los uso. La gente debió pensar “Se convirtió en un idiota ostentoso con sus anteojos de sol a la noche”, pero no era por eso. Simplemente no quería mostrar mis bolsas.
When I Was a Boy (2015) describe tus sueños de chico de convertirte en un músico. ¿Conseguiste todo lo que querías?
– Sí, en cierto modo. Es como medio raro conseguir todo lo que querés. Y ha pasado a lo largo de los años. Todo lo que quise ha venido hacia mí: los Wilburys, los Beatles… así que es fantástico. No podría pedir más.
No existe leyenda del pop más serena y frontal que Jeff Lynne. Sentado en la biblioteca de un venerable hotel londinense, con su agradable acento de Birmingham, Inglaterra, intacto a pesar de vivir hace 20 años en Beverly Hills (luego de dos matrimonios, está saliendo actualmente con Camelia Kath, la exesposa del actor Kiefer Sutherland), todavía guarda el look de un extraordinariamente próspero plomo de los años 80: pelo desgarbado, barba y anteojos de sol.
La normalidad genial de Lynne, de 69 años, significa que nunca fue una estrella del pop exactamente, aun cuando Electric Light Orchestra (ELO) –la banda que formó como único compositor y productor en 1970– estaba en la gloria con su cuarteto de cuerdas. ELO impuso 18 singles en el Top 40 del Billboard Hot 100. Entre 1972 y 1986, llenó estadios y dominó un estilo de pop anhelante, opulento y retro futurista, cuyos fans incluyen a Daft Punk, The Flaming Lips, el director David O. Russell y Ed Sheeran, con quien Lynne hizo un dueto en los Grammy 2015.
Cuando Lynne disolvió ELO en 1986, felizmente se mudó a la silla de cocompositor/productor para gente como Tom Petty, Roy Orbison y los tres Beatles restantes, convirtiéndose también en el miembro más modesto del supergrupo babyboomer The Travelling Wilburys, compartiendo cartel con Petty, Orbison, Bob Dylan y George Harrison.
En 2015, regresó como Jeff Lynne’s ELO con el lanzamiento de su primer álbum en 14 años, Alone in the Universe– como la más reciente sorpresa agradable en una carrera llena de ese tipo de cosas. “Obviamente todo el mundo está saliendo a hacerlo si puede –sostiene–, y yo tuve la suerte de hacerlo bien”.
¿Cómo definirías sintéticamente a ELO?
– Una banda normal con dos chelos y un violín. Las cuerdas generalmente acoplaban porque no había micrófonos en esos días. Solían correr por todo el escenario como locos, tocándolos en pleno vuelo, así que la afinación era un espanto, pero era un buen espectáculo. Daban vueltas por ahí con esos pinches gigantescos al final del escenario, es una sorpresa que nadie haya terminado atravesado.
ELO está de moda otra vez ahora, pero ¿cuándo fue que estuvieron lo más lejos de eso?
– Diez o quince años atrás. Queríamos hacer un par de shows, pero no había interés. Todo eso cambió en los últimos seis años. Creo que un montón de personas se dieron cuenta de que lo que estaba haciendo no era pop descerebrado. Era pop inteligente.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías escribir un hit?
– Supongo que habrá sido con 10538 Overture [en 1972]. Estaba complacido con eso. Recuerdo haber pensado “Wow, realmente puedo escribir un tema”, porque no me creía capaz. Los discos de mi vieja banda, The Idle Race, no habían logrado mucho, excepto con los pocos fans más leales. Después, creo que Evil Woman [en 1975] fue “el” tema. Lo escribí tan rápido. Ahí fue cuando entendí de una vez cómo es la producción y la composición.
Cuando ELO estuvo en su punto más álgido a fines de los 70, ¿te preocupó que no tuvieras la personalidad para ser una estrella pop propiamente dicha?
– Probablemente. Porque no lo era y porque no pretendía serlo. No me considero estrella, sino cantautor, vocalista, productor y guitarrista. Puedo cantar bien, y también escribir temas.
Se sabe que odiabas tocar en vivo. ¿Era por el show o por todo lo demás que venía con eso?
– Sonaba para la mierda, ese era el problema. Los equipos de todos en ese entonces eran basura. Soy un productor, así que me puedo poner exquisito. No era malo… lo hago sonar como si hubiera sido espantoso. Simplemente no era lo que yo quería hacer.
¿Qué pasó con la nave espacial gigante que usaron en la gira de 1978?
– Creo que fue desarmada al final de la gira. Habría costado cientos de miles mantener la maldita cosa. Era un monstruo enorme. Era un poco un dolor de cabeza, realmente, porque tomaba dos días llevarlo de un lugar a otro, con lo que tendrías que hacer el show siguiente sin ella, y por supuesto la gente diría “¿Dónde está el platillo volador?”. Me imagino que estarían un poco desilusionados.
¿Alguna vez anduvo mal?
– Sí, cada tanto. Estábamos todos sobre plataformas hidráulicas y aparecíamos a través del escenario, pero alguna que otra vez se atascaba y lo único que podían ver era tu cabeza. “¡Sáquenme de aquí!”. Realmente vergonzoso.
Q Magazine nombró Livin’ Thing como su mayor “placer culposo”. ¿Te molesta ese concepto?
– Sí, porque en realidad es un tema muy inteligente. Pasa por dos relativas menores de un saque. No ves muchas así. Me gustaba el pop. No me gustaban las idas y vueltas pretenciosas de las canciones de 20 minutos de principios de los 80. Quería hacer temas lindos y concisos de tres minutos que tuvieran un buen sonido. El pop es para mí una de las formas más fuertes de la música, porque es tan difícil escribir una melodía que siga vigente luego de 40 años.
En Discovery, de 1979, abrazaron con éxito la música disco. ¿Alguna vez fuiste a los boliches?
– Sí, fui una vez a Studio 54 [célebre disco de Nueva York]. Estaba bien, supongo. Estaba lleno de estrellas de cine y ese tipo de gente. Me gustó el cuatro por cuatro, básicamente. El bombo haciendo bang, bang, bang, bang.
¿Qué canción fue la que te dio más dinero?
– Probablemente Mr. Blue Sky. Ha estado en un montón de películas, y pagan fortunas. Cuando la escribí [en un chalet suizo] había habido mucho niebla, y estaba arriba en la montaña. No había podido ver nada por una semana ni armar ningún tema. Después salió el sol, y escribí Mr. Blue Sky como un chiste. Resultó ser una muy linda canción.
Cuando disolviste ELO en 1986, ¿la idea era moverse hacia la producción?
– No tenía nada planeado particularmente, pero George Harrison me contactó y me pidió que produjera su álbum Cloud Nine. Tom Petty se enteró y me frenó en la calle en Los Ángeles y me dijo: “Ey, Jeff. ¿Te gustaría que escribamos canciones juntos?”. Descubrí que podía ser un gran colaborador. No era como lo imaginaba. Y por supuesto Full Moon Fever fue un gran, gran éxito. Sigue siendo el álbum favorito que hice.
¿Cuál de los miembros de The Travelling Wilburys contaba los mejores chistes?
– Roy Orbison. Tenía la risa más maravillosa que escuché. Era aguda, así que era como una risita. Podía hacer un sketch de Monty Python él solo, todas las partes, y después se caía riéndose de sí mismo.
Cuando te pidieron que produjeras el “nuevo” single de los Beatles Free as a Bird en 1995, ¿tuviste que callar al fan interno y dejar que el profesional se haga cargo?
– Siempre voy a ser el fan. Nos pasamos todo el primer día recordando, solo George, Paul [McCartney], Ringo [Starr] y yo, sentados alrededor de una mesa riéndonos, contando historias de los viejos tiempos. Las cuales no puedo contar, por supuesto. Algunas eran groseras. El solo hecho de estar ahí fue suficiente. Lo otro daba un poco de miedo. Hacer un disco de un cassette con la voz y el piano de John [Lennon] pegados juntos en mono. Lo hice a las dos o tres de la mañana porque no quería arruinarlo y que ellos estuvieran diciendo “Ja, ja, ¡no podés!”. Al día siguiente Paul vino corriendo y me dijo “¡Lo lograste! ¡Bien hecho!”, y me dio un gran abrazo. Fue lo mejor que podría haber pasado.
¿Es cierto que en 1968 fuiste testigo de la grabación del White Album de los Beatles?
– Sí, eso fue de lo más raro. Vi a Paul y a Ringo en el Estudio Uno haciendo Why Don’t We Do It In The Road. Y de ahí me fui al Estudio Dos y podía escuchar este tema que sonaba increíble. Era Glass Onion. Entramos, éramos el baterista de The Idle Race y yo. John y George nos saludaron. Y del otro lado de la ventana estaba George Martin, saltando de aquí para allá conduciendo las cuerdas. No pude dormir por semanas después de eso.
¿Tu madre nunca te dijo que es de mala educación usar anteojos de sol en interiores?
– No, lo que dijo fue “Parecías un desastre en la televisión”, y entonces inmediatamente me puse los anteojos porque no quería ser eso. Había estado toda la noche tomando, supongo. Siempre hablaba de las bolsas de mis ojos. Por eso siempre los uso. La gente debió pensar “Se convirtió en un idiota ostentoso con sus anteojos de sol a la noche”, pero no era por eso. Simplemente no quería mostrar mis bolsas.
When I Was a Boy (2015) describe tus sueños de chico de convertirte en un músico. ¿Conseguiste todo lo que querías?
– Sí, en cierto modo. Es como medio raro conseguir todo lo que querés. Y ha pasado a lo largo de los años. Todo lo que quise ha venido hacia mí: los Wilburys, los Beatles… así que es fantástico. No podría pedir más.